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Los nuevos planetas astrológicos – Introducción

La Astrología occidental es el único sistema astrológico que acepta e incorpora la existencia de nuevos cuerpos celestes en su seno. Así ha sido desde que el 13 de marzo de 1781, el astrónomo William Herschel descubrió, gracias a su telescopio, el primer planeta invisible para el ojo humano desnudo, Urano.

En sus 5.000 años de historia escrita, la astrología había utilizado un sistema que incorporaba los siete planetas visibles, a saber, las dos luminarias (el Sol y la Luna), y las siete estrellas errantes: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Estos son los planetas que utilizan, aún hoy, los sistemas astrológicos de oriente.

Pero el advenimiento de la tecnología propició el descubrimiento de nuevos cuerpos celestes. Así, tras el hallazgo de Urano, dos nuevos cuerpos vinieron a sumarse al acervo astrológico occidental: Neptuno (1846) y Plutón (1930). Por si fuera poco, a estos hay que añadir nuevos cuerpos de menor dimensión como Ceres (1801) y el resto de los asteroides, así como Quirón (1977) y el resto de los centauros.

Al principio, estos cuerpos sembraron la confusión entre los astrólogos, acostumbrados a moverse en un sistema cerrado y estable. Pero al mismo tiempo, abrieron los horizontes a nuevos campos de simbolismo, más acordes con una humanidad en continua evolución.

Lo que nos enseña la tradición es que cuando un cuerpo celeste es descubierto, y especialmente a partir de que recibe un nombre, la energía asociada a ese planeta, el arquetipo que viene representado por esa denominación, están inmediatamente accesibles para todos. Hay en esto un cierto grado de necesidad: como humanidad, sólo descubrimos y nombramos aquello que es accesible a nuestro nivel de conciencia colectiva presente. Al mismo tiempo, ese desvelamiento nos ayuda a crecer y a elevar nuestra conciencia.

De este modo, el descubrimiento de Urano coincidió con el desarrollo de la ciencia, en especial de la astronomía (Urano es el dios del cielo) y de la técnica. Neptuno vino a nosotros con el advenimiento de nuevas corrientes espirituales, del socialismo utópico, así como con el desarrollo de nuevos medicamentos y drogas, asuntos todos ellos regidos por este dios del mar. Y Plutón, por fin, nos señaló el camino del totalitarismo (fascismo, comunismo, guerras mundiales), así como el desarrollo de la energía atómica y la afirmación pública del poder transformador de la sexualidad (Freud, Reich, Lowen, etc.).

En la actualidad, nuevos telescopios, algunos de ellos ubicados en el espacio, propician el descubrimiento de nuevos cuerpos celestes, de nuevos candidatos a formar parte de la gran familia astrológica. La mayor parte de estos cuerpos, descubiertos a finales del siglo XX y comienzos del actual, se mueven en una zona remota del Sistema Solar, más allá de la órbita de Neptuno, conocida como el Cinturón de Kuiper.

He aquí algunos candidatos:

  • Sedna (descubierto el 14 de noviembre de 2003), el planeta enano más lejano que se conoce, y que recibe su nombre de la diosa inuit del mar.
  • Eris (5 de enero de 2005), otro planeta enano que se designa a partir del nombre de la diosa de la discordia en la mitología griega.
  • Makemake (31 de marzo de 2005), que se nombra a partir del dios creador de los pájaros y la humanidad para la población rapanui de la Isla de Pascua.
  • Varuna (28 de noviembre de 2000), es un posible planeta enano que orbita en la zona del Cinturón de Kuiper. El nombre de este cuerpo proviene de un dios hindú asociado a la lluvia y el orden natural.
  • Ixión (22 de mayo de 2001), personaje de la mitología griega castigado por Zeus.
  • Haumea (28 de diciembre de 2004) es un cuerpo que recibe su nombre de la diosa hawaiana que gobernaba el nacimiento de los niños.
  • Quaoar (4 de junio de 2002), dios creador de la mitología del pueblo tongva, natural de la actual zona de Los Ángeles (California). Se trata de una figura similar a Cristo.
  • Orcus (17 de febrero de 2004), nombre del dios de los muertos en la mitología etrusca.

Queda ahora para nosotros, los astrólogos, la tarea de investigar estos cuerpos, su simbolismo, y su importancia real en las Cartas Astrales de nuestros clientes, así como su influencia en los asuntos mundanos.