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Makemake – Dios del desarrollo sostenible

Este artículo forma parte de una serie sobre los Nuevos Planetas Astrológicos.

Makemake fue descubierto en 2005 por el equipo de Brown, Trujillo y Rabinowitz, astrónomos del Observatorio de Monte Palomar, en California, Estados Unidos. Este es el mismo equipo que ha descubierto a Sedna, Eris y otros cuerpos de gran interés.

Se trata de un planeta enano del tipo «cubewano», que tarda unos 307 años en dar una vuelta alrededor del Sol. Como sucede con todos los cubewanos, este recibe el nombre de una divinidad creadora. En este caso, se trata de un dios primordial de la mitología de la isla chilena de Pascua (Rapa Nui), bien conocida por ser uno de los lugares más remotos del planeta y por estar custodiada por unas enigmáticas estatuas antropomorfas que reciben el nombre de moais.

Makemake era para los antiguos pascuenses, el dios creador de la humanidad, asociado con la fertilidad y centro del culto del hombre-pájaro («tangata manu»). Este culto se relaciona con un período de inestabilidad social por falta de recursos, en el que varios clanes competían por el control político de la isla. Así, la elección del clan dominante se realizaba por medio de una competición, donde los campeones escogidos por cada grupo, debían descender por los acantilados de la isla, nadar hasta unos islotes próximos a la costa y retornar antes que sus rivales con el primer huevo del ave sagrada manutara.

Para los antiguos pascuenses Makemake fue el dios creador de la naturaleza, pero aburrido de su soledad, contempló su reflejo en una calabaza llena de agua. Un pájaro, según el mito, se posó sobre su hombro, lo que dio origen a su manifestación como dios-pájaro. Desde entonces, todas las aves marinas se consideraron sagradas. Posteriormente, Makemake creó a los peces, y juntando barro y fecundándolo, dio origen a los seres humanos.

La historia de Pascua contiene una gran enseñanza para el ser humano del siglo XXI. En la actualidad, ni un solo árbol crece sobre la isla, pero no fue así en siglos pretéritos. Toda Pascua estaba cubierta de bosque, en el que destacaban las hoy extintas palmeras gigantes. ¿Qué ocurrió con toda esa vegetación, con la riqueza que proporciona el bosque gracias a su diversidad y a las lluvias que atrae? ¿Qué fue del jardín del Edén creado por Makemake?

La respuesta es simple y dolorosa. Fueron los habitantes de Pascua quienes destruyeron toda su riqueza. Ellos fueron artífices y testigos de la destrucción. No les podía pasar inadvertida en este pequeño trozo de tierra en medio del Pacífico. Sin embargo, ciegamente, deforestaron su paraíso hasta convertirlo en un terreno yermo, lo que causó el hambre, la muerte y la destrucción de su sociedad, hasta llegar al canibalismo.

Como símbolo astrológico, Makemake habla al colectivo de la humanidad, y no sin razón, ha emergido ante nuestra conciencia en estos momentos. ¿Qué estamos haciendo con el paraíso que recibimos? Individualmente tenemos que ser conscientes de que nuestros actos suman o restan al equilibrio de la Vida. El ecologismo bien entendido no desprecia al ser humano, ni debería perseguir una utopía, sino crecer a partir de la realidad que tenemos, de nuestra naturaleza humana.

Como Makemake podemos también ser creadores, podemos aunar cielo y tierra: mente y materia. Podemos aprender a nadar sobre nuestras emociones más incontroladas para recoger el huevo del ave sagrada. El huevo es uno de los símbolos del alma, es lo completo y también aquello que tiene el potencial de producir algo nuevo. Porque todo nace de un huevo, o de un óvulo, pero no todos los embriones llegan a término. La Tierra misma es el huevo donde la humanidad puede crecer protegida, o donde se puede autodestruir.