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Los Órdenes del Amor – El equilibrio

En cada sistema existe una necesidad de compensar las tendencias antagónicas que se dan entre todos los miembros del mismo. A cada momento, cada persona entrega algo a los demás y a su vez, recibe algo de ellos. Pero en todos los intercambios, se busca el equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe, equilibrio que viene dictado por un código de regulación interno que pertenece al sistema y que está integrado en todos sus miembros.

Cada sistema tiene su propia forma de alcanzar el equilibrio, que no necesariamente se adapta a una moral convencional. Lo que es aceptable para lograr el equilibrio dentro de un sistema (familia), puede no serlo en otro.

La conciencia del clan es la encargada de mantener el equilibrio entre todos los miembros del sistema familiar y cuando el equilibrio no se respeta, se genera dolor y ruptura.

El proceso por el que funciona el equilibrio entre el dar y el recibir funciona de la siguiente manera. Un miembro del sistema le da algo a otro, y por tanto, el que recibe se siente presionado a responder. Si éste a su vez le devuelve un poco más de lo recibido, devuelve la tensión al primero, por lo que el vínculo se mantiene.

Cuando el equilibrio entre el dar y el recibir es completo, la relación puede darse por terminada, pues las personas no tienen ninguna obligación mutua. Ahora bien, en estos casos la relación se puede reanudar siempre que se reanude el intercambio.

La felicidad en las relaciones es proporcional a la profundidad del intercambio que se da entre las personas. Cuanto mayor es el intercambio entre dos individuos mayor es el vínculo entre ambos y mayor puede ser la felicidad. En cambio, la libertad se logra cuando no existe intercambio. De hecho, el vínculo siempre implica una cierta pérdida de libertad a cambio de una cierta dosis de felicidad compartida. Los que desean ser libres deben evitar los vínculos, pero también se privan de la felicidad que se obtiene a través de éstos.

Cuando una persona decide dar sin aceptar nada a cambio, crea un gran desequilibrio en sus relaciones. En estos casos, la persona decide conservar su reivindicación sobre los otros, sintiendo que tiene un derecho sobre los demás o deseando conservar su inocencia. Dar sin querer recibir atenta contra el vínculo.

Una buena norma para las relaciones interpersonales consiste en dar en la medida en que se esté dispuesto a recibir, teniendo en cuenta la capacidad o los recursos de que dispone la otra persona para equilibrar la balanza. Cuando a una persona se le niega el derecho a devolver lo recibido, reaccionará con tensión y enfado, a pesar de la generosidad del donante.

En el caso de recibir algo negativo de otro, también es posible llegar a un equilibrio. Si se devuelve lo negativo recibido en la misma medida, la relación se termina. Pero si se devuelve un poco menos, la relación se puede reconducir y el vínculo es respetado.

Como norma general, para fortalecer el vínculo y que la relación continúe, hay que devolver un poco más de lo bueno y un poco menos de lo malo. Esta prudencia cumple con el amor y permite que el intercambio futuro sea positivo.

Existe un caso en el que resulta imposible devolver lo recibido y es en la posición de los hijos hacia los padres. Los hijos reciben la vida de los padres y, por regla general, muchos cuidados en los primeros años de su vida. No hay nada que los hijos puedan hacer para compensar ese don. Los hijos pueden resolver en parte este dilema teniendo hijos a su vez, o bien entregando algo muy preciado a las generaciones siguientes.