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La figura del Embaucador (trickster) en Jung

El arquetipo del Embaucador (embustero, impostor, farsante) es una de las imágenes más fascinantes del universo junguiano.

Jung usa el término inglés “trickster” para referirse a este personaje, que está muy presente en la cultura y la sociedad. Podemos rastrear la presencia de este arquetipo a través de diversos personajes comunes en el mito, los cuentos, la literatura y el arte en general. Pero el trickster también toma forma en la vida cotidiana, a través de individuos como estafadores, trileros, vendedores de baratijas, feriantes, ilusionistas, magos, transformistas, payasos, actores y, por qué no decirlo, políticos.

Dentro del mundo de la parapsicología, el trickster viene representado por la figura del poltergeist, el duende burlón que da golpes, que mueve las cosas de sitio, o que incluso, las hace “desaparecer”. En el terreno ufológico, la representación del trickster como “extraterrestre”, muestra una infinita variedad de tipologías físicas, todas ellas acompañadas por los comportamientos más chocantes y estrambóticos (tripulantes ataviados de formas ridículas que descienden de su “nave espacial” para recoger muestras del terreno, regalar galletas, raptar al testigo, pedir un vaso de agua o solicitar una llave inglesa para reparar su vehículo, por citar unos ejemplos).

Hay que recordar que Jung mantuvo toda su vida un gran interés por el mundo paranormal, y también por los entonces denominados “platillos volantes” en los últimos años de su vida.

Otra de las representaciones del trickster es el chamán, que también es dado a gastar bromas o a realizar toda clase de trucos. Esta conexión chamánica acerca a la figura del trickster al reino animal, tal como se observa en mitos de diversas culturas, especialmente entre los nativos americanos. Aquí, el trickster puede tomar la forma de algún animal caracterizado por su astucia, como el coyote-chamán, que también se presenta en ocasiones como un héroe civilizador.

En un texto que se incluye en “Los arquetipos y lo inconsciente colectivo”, Jung nos habla del carnaval eclesiástico, un tipo de celebración burlesca de la Europa medieval en el que participaban los propios clérigos y el pueblo llano. El carnaval eclesiástico se celebraba en las iglesias y en algunos casos, derivaba en una “fiesta de los asnos”, donde se parodiaba la misa imitando los sonidos y el comportamiento de los burros.

Mujer disfrazada de Arlequín (Jules Cheret, 1896)

El carnaval eclesiástico, después de ser prohibido, emergió bajo la forma de la comedia profana italiana, con personajes equívocos como Polichinela o Arlequín (quien lleva en sus ocasionales ropas blanquinegras, el símbolo de la luz y de la oscuridad).

Esta subversión del orden nos acerca a uno de los significados profundos de la figura del trickster, que no es otra cosa que la manifestación de la Sombra psicológica en el mundo ordinario. Su brusca aparición tiene una cualidad compensatoria. Cuanto más estricto es el comportamiento, o cuanto más represiva es una sociedad, con más fuerza crece la amenaza oculta de la Sombra.

El trickster es así propenso a la proyección, tanto en lo personal como en el ámbito social. De este modo, el “otro” es visto como alguien que no es de fiar, especialmente si tiene un tono de piel diferente o un acento extranjero. También se proyecta sobre las personas de sexo opuesto a partir de conceptos banales (“las mujeres son engañosas”, “los hombres no son de fiar”).

Otra de las referencias para entender a esta figura es, como dice Jung: “la fiel reproducción de una consciencia humana aún no desarrollada en ningún aspecto”, es decir, una conciencia que apenas ha emergido del sustrato animal, con quien comparte características, como vimos anteriormente.

Los componentes arcaicos de la psique son los que más obstinadamente se resisten a desaparecer. Y esto es algo que no deberíamos olvidar, porque la “civilización”, con todo su equipaje cultural y moral, no es más que una fina capa de pintura aplicada sobre una estructura inabarcable y profunda. Esto es algo que se observa con claridad en los momentos de agitación social, en los que se pierden todos los formalismos y muchas personas retroceden a sus formas más primitivas y egoístas.

He aquí algunas de las tipologías que adopta el trickster.

Embaucador

Es la imagen más evidente. Como se ha dicho más arriba, el trickster es el estafador o el timador, el que atrapa a las almas cándidas que creen que “todo el monte es orégano”. Muchos políticos entran en esta categoría.

En la mitología clásica tenemos a Hermes-Mercurio, cuyo primer acto, nada más nacer, consistió en robar las vacas de Apolo y engañarlo para que no fuera capaz de encontrarlas. El personaje del Embaucador tiene, aún así, una cualidad salvadora, que mencionaré al final.

El Prestidigitador (Copia de un original perdido, Taller del Bosco)

Cambiaformas

El “cambiaformas” (shapeshifter en inglés), es un personaje transformista que aparece con frecuencia en los mitos. Su capacidad para cambiar de apariencia, alternando las formas animalescas con las humanas, lo convierte en un ser inquietante en ocasiones.

El personaje del Cambiaformas ha calado no sólo en los cuentos tradicionales, sino que forma parte de medios expresivos contemporáneos, como el cómic o los dibujos animados. Un ejemplo amable es el personaje de Mortadelo, creado por el historietista Francisco Ibáñez. Pero también hay muchas versiones negativas de este arquetipo, como el hombre-lobo o el vampiro, por citar algunas.

Tonto-Loco

En los cuentos aparece con frecuencia el personaje del “tonto”. Un individuo que, a pesar de su escasa inteligencia, es capaz de resolver con facilidad problemas que otros, mucho más inteligentes, no aciertan a descifrar. La “suerte del tonto”, es una expresión que esconde cierta animadversión o incluso temor ante el poder de la Sombra.

No es extraño que la literatura o el cine nos muestren a veces la dicotomía entre un personaje y su “gemelo tenebroso” (una clara alusión a la Sombra), donde el gemelo parece ser más inteligente, más hábil y por ello, extremadamente peligroso, aunque siempre dotado de un toque de locura que acaba siendo su perdición.

El personaje del Joker, la némesis de Batman es un ejemplo de Loco peligroso que, paradójicamente, resulta muy atractivo para la audiencia… y para el propio Batman, cuya existencia carecería de sentido sin un oponente de su nivel.

El tonto arquetípico tiene también, como sucede en todas las manifestaciones del trickster, una parte cómica, ridícula o burlesca. El personaje de Jaimito, en los cuentos y chistes españoles, es una manifestación de este aspecto.

En definitiva, el encuentro con el trickster tiene la cualidad de transformar nuestra perspectiva, generalmente a través del dolor, y sólo en ocasiones, por la vía del humor.

Realmente, la liberación y la cura del dolor que produce el encuentro con el trickster, toma la forma de la vinculación, en lo personal (relacionarse con el otro) y el desarrollo de una consciencia social (descubrir y asumir la complejidad del mundo. En ese sentido, el trickster es un precursor de todas las figuras salvíficas, puesto que nos fuerza a volver la mirada hacia lo inconsciente y, a su retorcida manera, saca al ego de su autocomplacencia.

Para finalizar, unas palabras de Jung: “Quien pertenece a un ámbito cultural que busca el estado perfecto en algún lugar del pasado, debe sentir una extraña sensación ante la figura del trickster. Es un predecesor del salvador, y como éste, dios, hombre y animal. Está por encima y por debajo del hombre, es medio dios, medio animal y la inconsciencia es su propiedad más constante y llamativa. (…) Por otra parte, es más tonto que los animales y va de una torpeza en otra. Aunque en realidad no es malo, sin embargo, por su inconsciencia y su falta de vinculación [con los humanos], hace cosas abominables.”