El primero de los órdenes del Amor, está basado en la vinculación de los miembros de un sistema. Esto implica que cada uno de sus miembros tiene el mismo derecho a la pertenencia y nadie puede ser excluido ni puede autoexcluirse.
Las personas que forman parte del sistema familiar son:
- Los hijos y su hermanos o hermanastros, si los hubiere.
- Los padres. También sus hermanos o hermanastros, si los hubiere. Tanto en este caso como en el anterior, se incluyen aquí los que han nacido muertos o los que han fallecido.
- Los abuelos.
- En algunos raros casos, los bisabuelos.
- Aquellos que hicieron sitio para otros en el sistema, aunque no pertenezcan a él. Aquí se incluyen los cónyuges anteriores de los padres o los novios anteriores, el padre o la madre de algún hermanastro, y las parejas anteriores de una persona, si existen.
Las personas no eligen el sistema familiar al que pertenecen, y han de tomarlo tal como es, como un regalo del destino. De este modo, el niño, al nacer, se une a su sistema familiar sin cuestionarlo. El niño no juzga a los padres, y su unión con el sistema es tal que está dispuesto a cualquier sacrificio con tal de conservar su pertenencia al mismo.
La vinculación hacia el sistema se vive como amor y felicidad. Si el sistema está cargado con muchos nudos sistémicos, el niño los hará suyos porque es la única felicidad que conoce.
En Constelaciones Familiares se entiende que la vinculación principal del niño se va a dirigir hacia sus padres biológicos, pues sin ellos, el niño no existiría. Les debe la vida y esta es una deuda muy grande como para ser pasada por alto. Si hay nuevas relaciones de los padres, estas añadirán más complejidad a los vínculos, pero no eliminan las conexiones esenciales con aquellos que han dado la vida.
El vínculo se da también entre los hermanos y también se genera dentro del sistema a través de las generaciones. En cualquier caso, hay que tener siempre en cuenta que el vínculo se regula en intensidad dependiendo de cuán directa sea la distancia genealógica entre unas y otras personas.
Una parte importante de los conflictos sistémicos surge cuando a una persona se le niega el derecho a estar vinculado con el sistema. Cuando se actúa como si alguien no existiera, se está cometiendo una grave falta contra el derecho a la vinculación de esa persona.
En Constelaciones Familiares se observa que cada vez que a alguien se le niega el derecho a la pertenencia, se genera un nudo sistémico, que será tomado por una persona de una generación posterior. Esta persona, sin saberlo, creará conflictos y sufrirá en nombre del expulsado, generando dolor a todos los miembros de la familia. Sólo cuando la persona olvidada recupera su lugar puede ocurrir una liberación para quien padece por ella.
Aunque la pertenencia es un derecho fundamental, en algunas raras ocasiones, una persona puede perder este derecho a estar vinculado. En concreto, esto se puede producir cuando uno de los miembros ha cometido un crimen o ha abusado gravemente de alguien.