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Los Órdenes del Amor

Bert Hellinger (creador de las Constelaciones Familiares) acuñó el término «órdenes del amor» para explicar aquellos aspectos que mantienen la estructura de las relaciones que se dan entre los miembros del sistema familiar. Para Hellinger existe una fuerza que mantiene el orden dentro de la familia, que denomina «conciencia del clan» o «fuerza superior».

Pero el orden al que nos referimos no es un conjunto de reglas convencionales, sino que se trata de una estructura natural que sólo sirve cuando está al servicio del amor. De hecho, el orden se genera a partir del amor y al mismo tiempo, lo sustenta y lo renueva.

Detrás de toda la estructura del sistema familiar actúa el amor, siendo ésta la energía fundamental que regula los comportamientos, por extraños o desconcertantes que estos resulten a veces.

De hecho, en cuanto se resuelven los nudos sistémicos que puedan estar atando a la persona, el amor comienza a fluir inmediatamente dentro de su sistema, ya que esa energía siempre estuvo ahí, esperando solamente a ser liberada. Este es el fin último de las Constelaciones Familiares.

Tanto en la vida cotidiana como en el trabajo terapéutico podemos distinguir el amor como ligereza e inocencia, y se observa claramente en el contexto de las relaciones interpersonales.

Cuando un acto incrementa la ligereza o la inocencia, es decir, cuando disminuye la pesadez o la culpa, es un acto de amor. En caso contrario, estamos experimentando los efectos de algún nudo sistémico.

Como decíamos anteriormente, el amor genera orden y el orden a su vez incrementa el amor. Como todo orden, el orden del amor sigue unas leyes. Estas no son siempre fáciles de comprender, pues en ocasiones van en contra del conocimiento convencional de nuestra cultura.

No se trata de «recetas» que sean de universal aplicación, sino de guías o ayudas para la comprensión y el trabajo. Como se ha indicado, una correcta aplicación de las mismas redunda en sensaciones de inocencia o ligereza, que son la indicación evidente de que están funcionando correctamente.

En palabras de Hellinger: «Lograr conocimiento de los Órdenes del Amor otorga sabiduría. Seguirlos con amor requiere humildad».

Los órdenes del amor se pueden encuadrar en tres grandes conceptos: