Cada sistema familiar se estructura en torno a varios aspectos que vamos a ver a continuación.
Los elementos del sistema
Los elementos de un sistema familiar son todas aquellas personas que forman parte del mismo. Cada individuo aporta al sistema sus propias características, que trae consigo al nacer, pero toma del sistema elementos que le ayudan a conformarse como ser humano. De este modo, existe una dinámica en la que manifestamos algo que nos es propio, pero también somos troquelados por el ambiente.
Como sabemos, cada sistema está formado por los miembros reconocidos, pero también por aquellos que no son aceptados por el clan. Los individuos a quienes se les excluye del sistema, y de quienes no se habla, vagan como fantasmas en torno a él y pueden generar problemas.
Los subsistemas
Dentro del sistema familiar podemos delimitar diversos subsistemas. Estos subsistemas tienen una cohesión interna y al mismo tiempo, están conectados con la totalidad del sistema.
Algunos ejemplos de subsistemas pueden ser: el que forman los cónyuges entre sí, el de éstos con sus hijos o el subsistema de los hermanos. Existen también subsistemas que se relacionan con la familia extensa: los tíos y primos, abuelos y nietos, etc.
Los roles
Cada elemento del sistema, cada individuo, tiene un papel dentro del mismo. Este rol viene determinado por el lugar que ocupa dentro del árbol en función del linaje y del momento en que se incorpora al mismo. En cualquier sistema, se espera que cada individuo acepte y desarrolle su papel como un actor dentro de una representación.
Estos papeles, al mismo tiempo, están modelados no sólo por el inconsciente familiar (por ejemplo, qué supone ser el primogénito en una familia concreta), sino que están influidos también por modelos sociales y culturales que varían con el tiempo. De este modo, la imagen de la maternidad ha variado de un siglo a esta parte, y por tanto el rol de «madre» no es el mismo.
Cada rol lleva consigo una serie de derechos y obligaciones. Así delimita espacios de poder dentro del sistema y establece por tanto un sistema jerárquico que es propio de cada familia.
Los límites
Un sistema se define tanto a partir de las dinámicas internas que se dan en su seno como por las fronteras que establece con el mundo exterior. Estos límites, que separan a la familia de lo que la rodea, generan una dinámica peculiar, ya que son límites herméticos y al mismo tiempo permeables.
Por un lado, una familia sólo se define de un modo autorreferencial, diferenciándose del resto de las familias y como un subsistema particular dentro de la sociedad en su conjunto. Por ser un sistema, la familia es hermética y cerrada en sí misma.
Pero, por otro lado, un sistema sólo crece y se perpetúa en el tiempo por su capacidad de abrirse al exterior, de mezclarse con elementos de otros sistemas. Las familias se mantienen en el tiempo por la entrada de personas ajenas a la misma, y que provienen de otros sistemas familiares.
Así, el clan tiende a perpetuar unas normas o reglas de funcionamiento, pero éstas se ven modificadas por la incorporación de personas pertenecientes a otros sistemas, que traen consigo sus propias normas.
Los límites de un sistema no son sólo externos, sino también internos. Los subsistemas generan fronteras (por ejemplo, el subsistema de los hermanos crea límites con respecto al sistema de los padres). También los individuos tienen sus propias fronteras con respecto a los demás miembros del clan, que como en el caso anterior, son a la vez cerradas y permeables.
De este modo, todos los miembros del sistema y el propio sistema viven en una continua dinámica de apertura y cierre que permite que sigan evolucionando al tiempo que mantienen su propia identidad. De esta lucha entre identidad y necesidad de mezcla surgen tanto nuestros conflictos como nuestra capacidad de desarrollo.