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La teoría del apego y su reflejo en la Luna natal

Por Octavio Déniz y Cristelle Iorio

1. La teoría del apego

La teoría del apego de John Bowlby y Mary Ainsworth, desarrollada en la década de 1950, explica cómo los primeros vínculos que formamos con nuestros cuidadores al inicio de la vida, influyen profundamente en nuestro desarrollo emocional y relaciones futuras.

Para entender mejor la teoría, tenemos que comprender el apego como un sistema de supervivencia evolutivo. Así como las crías de otras especies animales nacen con el instinto de mantenerse cerca de sus madres para protegerse, los bebés humanos también vienen «programados» para formar vínculos fuertes con sus padres o cuidadores principales.

Un concepto central en la teoría es el de «base segura». El niño tomará a su cuidador como una base segura desde la que explorar el mundo. Se alejará para descubrir cosas nuevas, pero regresará periódicamente, o llamará la atención del cuidador para sentir seguridad emocional.

Bowlby identificó tres patrones básicos de apego, al que posteriormente, Mary Main añadió un cuarto. La importancia de esta teoría radica en que estos patrones tempranos de apego tienden a influir en nuestras relaciones adultas.

El apego seguro se desarrolla cuando el cuidador responde consistente y sensiblemente a las necesidades del niño. Estos niños desarrollan confianza en que sus necesidades emocionales serán atendidas.

En la edad adulta se caracteriza por una capacidad notable para mantener relaciones saludables y equilibradas. Las personas con este estilo de apego han interiorizado una sensación básica de seguridad que les permite gestionar la intimidad y la autonomía de manera efectiva. Saben expresar sus necesidades emocionales abiertamente, manejar los conflictos de manera constructiva y mantener su individualidad dentro de las relaciones. Son capaces de confiar en otros y permitir que confíen en ellos, sin sentirse abrumados por la cercanía ni temerosos del abandono.

El apego ansioso-ambivalente surge cuando el cuidador responde de manera inconsistente, a veces está presente y a veces no. El niño nunca está seguro de si recibirá apoyo emocional cuando lo necesite.

El apego ansioso-ambivalente se manifiesta en la edad adulta como una preocupación excesiva por las relaciones y un miedo intenso al abandono. Estas personas suelen estar muy atentas a lo que interpretan como señales de rechazo o distanciamiento. A veces, interpretan pequeños gestos como signos de desinterés, o sienten ansiedad cuando no reciben una respuesta inmediata a sus demandas. Tienden a buscar constantemente la validación y pueden mostrar comportamientos que, paradójicamente, pueden alejar a los demás, como la necesidad excesiva de control o la dependencia emocional.

El apego evitativo se desarrolla cuando el cuidador es constantemente poco receptivo o rechazante. Estos niños aprenden a suprimir sus necesidades emocionales.

El apego evitativo en adultos se caracteriza por una tendencia a mantener la distancia emocional como mecanismo de protección. Estas personas han aprendido a desactivar sus necesidades de apego y pueden parecer altamente independientes. Sin embargo, esta independencia suele ser una defensa contra la intimidad. Suelen centrarse excesivamente en el trabajo o sus hobbies, o evitar compromisos a largo plazo. Quizás se sientan incómodos cuando sus parejas expresan necesidades emocionales. Suelen tener dificultad para reconocer y expresar sus propios sentimientos.

El apego desorganizado ocurre en situaciones donde el cuidador es fuente tanto de confort como de miedo.

El apego desorganizado en la edad adulta se expresa como una combinación impredecible de comportamientos de aproximación y evitación en las relaciones. Estas personas pueden alternar entre buscar intensamente la cercanía y rechazarla abruptamente. A veces entran en relaciones intensas rápidamente, pero las sabotean cuando se vuelven demasiado íntimas.

Hay que dejar claro que, aunque estos patrones tienden a ser estables, no son deterministas. Con consciencia y trabajo terapéutico, es posible desarrollar un «apego ganado» más seguro en la edad adulta.

2. El simbolismo de la Luna y su relación con el apego

La Luna es el símbolo astrológico que conecta de un modo más directo con las funciones de apego del ser humano. En la astrología humanista, la Luna representa no sólo las necesidades emocionales más básicas, sino que también se vincula con los patrones de cuidado y nutrición, así como con la forma en que buscamos seguridad emocional. 

Sabemos que la Luna es uno de los símbolos esenciales de la figura materna, que para la mayoría de las personas, representa la figura del cuidador principal. Por extensión, nuestro satélite nos vincula con todos aquellos que ejercen una labor maternal, aun cuando lo hagan en el seno de una institución (trabajadores sociales, cuidadores, profesores de educación infantil o personal sanitario).

La Luna se relaciona también con la memoria emocional y las respuestas instintivas que se generan en los primeros años de vida. Está unida así a las necesidades de pertenencia, conexión y seguridad del ser humano, aspectos todos ellos que tienen su reflejo en la teoría de Bowlby y Ainsworth.

Además, el propio carácter cíclico de la Luna refleja la naturaleza rítmica de las interacciones tempranas entre cuidador e infante, es decir, los ciclos de proximidad y distancia, necesidad y satisfacción, que son tan importantes en la teoría del apego.

Ahora bien, es importante dejar claro que, para comprender plenamente los patrones de apego predominantes en una persona, es necesario evaluar la Carta Natal al completo, si bien es cierto que la Luna y los aspectos que traza hacia otros planetas, pueden darnos algunas pistas fundamentales en este análisis.

3. Aspectos de la Luna natal y modalidades de apego

Resumimos a continuación cómo se conecta la Luna con otros planetas y qué patrones de apego puede generar, tanto si esa vinculación se realiza a través de aspectos fluidos o tensos.

Luna – Sol

Aspectos armónicos. Los aspectos armónicos de la Luna con el Sol, vienen caracterizados por unas emociones que, en su origen, han estado marcadas por un fuerte componente de seguridad. Se trata de experiencias en las cuales el individuo se ha sentido legitimado en su identidad y autoestima, al tiempo que se ha visto protegido y atendido por una figura poderosa. Este aspecto favorece el que nuestras necesidades primarias hayan sido cubiertas, lo que desarrolla un ego sano y equilibrado. El cuidador nos ha proporcionado todas las atenciones necesarias para hacernos brillar por lo que somos, dándonos confianza y potenciando nuestra capacidad de protagonismo y liderazgo.

Aspectos inarmónicos (apego evitativo). En cambio, cuando los aspectos de esta Luna son tensos, de acuerdo con el planteamiento que expone Bowlby, podríamos estar hablando de un apego evitativo. En este caso el sujeto ha percibido las experiencias iniciales de un modo poco seguro. Las atenciones y los cuidados no han sido cubiertos y no han generado confianza ni autoestima. Por lo tanto, cuando ese niño o niña se convierta en adulto e intente expresar sus emociones y necesidades, no estará seguro de poder confiar y no se sentirá plenamente atendido. Entrará en un posible conflicto consigo mismo sintiendo que no se le legitima lo suficiente.

Luna – Mercurio

Aspectos armónicos. El planeta Mercurio le aporta a la Luna un sentimiento fresco de atención y expresividad. El individuo ha tenido la posibilidad de manifestar sus emociones de manera visceral. Las primeras experiencias le han ayudado a analizar y aprender el mundo de las emociones, interpretarlas de acuerdo a cada situación, posibilitando desarrollar estrategias de afrontamiento en función de lo que percibe. Es un ávido explorador emocional.

Aspectos inarmónicos (apego ansioso-ambivalente). La posición inarmónica con esta Luna podría estar marcada por una notable inestabilidad. La persona podría haber percibido sus primeras experiencias emocionales con nerviosismo, puesto que no siempre recibió las atenciones que necesitaba. Los cuidados recibidos han sido intermitentes y llenos de cambios racionalmente imprevisibles. Las estrategias de afrontamiento seguramente no tuvieron el éxito deseado.

Luna – Venus

Aspectos armónicos. En un aspecto armónico se puede contar con que la persona haya gozado de una experiencia muy marcada por la energía femenina. La conexión con la madre o el cuidador ha sido muy profunda, placentera, reconfortante, plagada de amor y atenciones. Aquí se genera un gran apego, confianza y seguridad emocional. 

Aspectos inarmónicos (apego evitativo). Cuando se presenta un aspecto inarmónico o tenso, la seguridad antes descrita podría transformarse en una relación vanidosa y superficial. Su experiencia emocional carece de consistencia y de verdadera emoción.

Luna – Marte

Aspectos armónicos. Los aspectos armónicos entre la Luna y Marte hacen referencia a una experiencia que se basa en la confianza en uno mismo, que nos invita a explorar el mundo con libertad y confianza. Al sujeto se le permite desarrollar un espíritu aventurero, de descubrimiento y sana competitividad. El nivel de confianza que se ha dado en esta primera relación nos permite ser dinámicos en el más estricto de los sentidos. No ha habido limitaciones ni barreras emocionales.

Aspectos inarmónicos (apego desorganizado). Cuando este aspecto se tensa, se constata un apego desorganizado, en el que la atención recibida ha sido intermitente y explosiva. Es posible que el sujeto haya tenido que desarrollar mecanismos para atraer la atención de aquello que necesitaba, y una forma de hacerlo ha sido a través de la competencia y la lucha. Aunque la Luna está más asociada a las primeras experiencias emocionales, es posible que un aspecto inarmónico inhiba o exalte el deseo sexual, siendo este asunto un tema a resolver en la vida adulta.

Luna – Júpiter

Aspectos armónicos. Cuando se observa bajo su aspecto más armónico, Júpiter permite al sujeto expandir su experiencia emocional de manera jubilosa y segura. El niño puede explorar y conocer la diversidad del mundo sabiendo que hay una base segura a la que retornar. La imagen del cuidador genera una sensación acogedora y cálida.

Aspectos inarmónicos (apego ansioso-ambivalente). La configuración inarmónica de este aspecto marca sentimientos de inseguridad y carencia, que dan paso a un tipo de apego en el cual el individuo se siente temeroso de explorar el mundo de las emociones. Su tendencia será la de tener dudas de la autenticidad de los sentimientos, tanto suyos como ajenos.

Luna – Saturno

Aspectos armónicos. En una conexión positiva entre la Luna y Saturno, se nos provee de la capacidad de reconocer el mundo emocional desde una perspectiva segura y estable. Aquí el individuo es reconocido y puede tomar su papel dentro de la jerarquía o núcleo familiar. La persona acepta y establece límites naturales dentro de las relaciones.

Aspectos inarmónicos (apego desorganizado). Cuando estos planetas se presentan de manera inarmónica, se generan patrones de relación marcados por el miedo y el exceso de control. El sujeto no tiene confianza para explorar el mundo emocional, con un marcado matiz de autoestima baja y dificultad para vincularse. Puede desarrollar patrones de ansiedad y angustia hacia el rechazo, temiendo las consecuencias de la libre expresión de sus sentimientos. 

Luna – Urano

Aspectos armónicos. La conexión armónica entre estos dos planetas genera confianza para explorar el mundo con libertad, sin prejuicios ni apegos excesivos. Aquí, la figura de referencia tiene un carácter innovador que permite experimentar nuevas formas de vivir la seguridad y la afectividad. Todo ello con un marcado matiz rebelde y poco convencional. Esto es posible sin que la persona pierda su sentido de pertenencia.

Aspectos inarmónicos (apego evitativo). Con aspectos inarmónicos, la persona se desarrolla en un entorno muy frío y desapegado. Como consecuencia, carece de empatía y tiende a aislarse de los demás. Puede sentir que no necesita a nadie, lo que fomenta la represión de las emociones y cierta tendencia a la soberbia. Evita el compromiso emocional y huye cuando las relaciones se vuelven más íntimas y profundas.

Luna – Neptuno

Aspectos armónicos. La conexión de estos dos planetas se establece de forma muy estrecha ya que son de naturaleza similar. Aquí el individuo se siente muy conectado con su cuidador, hasta el punto que en ciertos momentos le cuesta tomar distancia. En un plano positivo, genera un apego muy seguro, caracterizado por la experiencia de sentirse cuidado y protegido. Su entorno emocional es envolvente y la persona está abierta de manera intuitiva a las emociones inconscientes de los demás.

Aspectos inarmónicos (apego ansioso-ambivalente). Los aspectos tensos que acompañan a estos dos planetas proporcionan al individuo cierta inconsistencia emocional. Estamos ante personas que quizás han estado expuestas a los sentimientos inestables y contradictorios de sus cuidadores. Esto les confiere una ambivalencia afectiva en la que existe una profunda necesidad de conexión pero donde, al mismo tiempo, todo acercamiento se percibe como potencialmente doloroso. Por otro lado, se pueden observar patrones de sacrificio y abnegación en busca del amor y la aceptación,  pudiendo comprometer la integridad del individuo en algunos momentos.

Luna – Plutón

Aspectos armónicos. Los aspectos armónicos entre la Luna y Plutón generan un tipo de unión muy intensa, donde se experimentan sentimientos de conexión y pertenencia muy profundos. La lealtad y protección son algunos de los valores adquiridos. El individuo adquiere la capacidad de explorar el mundo de los sentimientos desde las profundidades del subconsciente y desarrolla una experiencia positiva cuando ejerce su poder personal. A partir de esta experiencia la persona podría vivir la sexualidad de un modo abierto y libre de prejuicios.

Aspectos inarmónicos (apego desorganizado). Los aspectos inarmónicos de estos dos planetas están relacionados con experiencias tempranas donde se dieron situaciones de represión y sometimiento. Como consecuencia, la persona no será capaz de desarrollar sus emociones de forma abierta y segura. Las relaciones podrían desarrollarse en un clima donde el control, los celos y la desconfianza están presentes. Los comportamientos obsesivo-compulsivos pueden ser la tónica en algunos de sus vínculos.

4. Ejemplo: Leonardo da Vinci

Analizaremos brevemente a continuación los aspectos de la Luna natal de Leonardo.

Se duda acerca de si Leonardo nació en Anchiano o bien en Vinci, localidades ambas cercanas a Florencia. Su madre era una campesina, o quizás una antigua esclava de quince años, llamada Caterina. Su padre, que estaba comprometido con otra mujer, era un notario de la zona. Leonardo fue reconocido desde el principio, aunque no se le consideraba como hijo legítimo y, de hecho, nunca firmó sus obras con el patronímico paterno.

Es probable que fuera criado en la casa de su madre hasta los cinco años de edad. En ese momento, ella se casó con un campesino y él pasó a vivir en la casa de su padre biológico. Allí recibió cierta educación, aunque no completa, puesto que nunca aprendió la lengua culta de su tiempo, el latín.

Las relaciones de Leonardo con la figura materna son complejas. Su madre lo cedió a una edad muy temprana y su padre se casó en varias ocasiones. Existe una teoría que especula con que la Mona Lisa, su obra más conocida, es una representación de su madre o de una figura materna idealizada. 

Si observamos los aspectos de su Luna natal, podemos comprobar que este luminar hace conexiones fluidas hacia Júpiter y el Sol. Mientras que lanza aspectos más tensos hacia Venus, Neptuno y Plutón.

No cabe duda de que Leonardo siempre tuvo un ego fuerte y una autoestima bien desarrollada, como da cuenta el aspecto favorable al Sol. Seguramente, el sentimiento de pertenencia a una familia importante por vía paterna, le ayudó a expresar su individualidad de un modo creativo y expansivo, tal como refleja la poderosa conjunción de la Luna a Júpiter.

Ahora bien, los aspectos más tensos, y especialmente el yod natal que tiene como vértice a la Luna, podrían dar cuenta de su dificultad para generar afectos estables en la vida adulta. Las conexiones con Neptuno y Plutón nos hablan de patrones marcados por apegos ansiosos o desorganizados.

La vida íntima de Leonardo es un enigma y parece que no tuvo relaciones cercanas con mujeres. Sabemos que a la edad de 24 años fue acusado, junto a otros tres hombres del delito de “sodomía” (homosexualidad), aunque los cargos fueron retirados. Uno de sus discípulos describió su relación con él como “cariñosa y apasionada”, lo que ha sido interpretado de diversas maneras.

Todo hace pensar que, probablemente, Leonardo vivió su sexualidad con una carga de culpa o vergüenza que hizo que no dejara ningún testimonio sobre ello. Sus afectos debieron ser complicados, llenos de pasión e ilusiones, pero también marcados por el deseo de evitar un compromiso profundo.

El aspecto tenso hacia su Venus natal, nos habla también de vínculos evitativos, en los cuales, el individuo rechaza todo compromiso emocional y vive, como Leonardo, una existencia relativamente solitaria. Se puede especular con que su propia genialidad influyó en esta dificultad para relacionarse, aunque no cabe duda de que sus experiencias tempranas tuvieron un papel crucial en su compleja vida adulta.

Carta de Leonardo (clic para ampliar)