Una de las vertientes más importantes del trabajo astrológico consiste en anticipar y describir los episodios críticos que se dan en uno u otro momento de nuestra vida. Sabemos de un modo intuitivo que estamos en crisis cuando vivimos una época donde sentimos una acusada pérdida del propósito acompañada de una disminución de la energía vital. Son épocas de confusión o de ansiedad, en la que los síntomas físicos pueden acompañar a los padecimientos emocionales o psíquicos.
La principal herramienta con la que contamos en Astrología para explicar y buscar soluciones a los momentos de crisis son los Tránsitos sobre los planetas de nuestra Carta Astral. Esto nos lleva a ver la Carta no sólo como un ente estático, una fotografía simbólica del momento del nacimiento, sino que se trata de un mapa de significados que está vivo, que crece y se desenvuelve a través del tiempo. La Carta contiene las semillas que se desarrollarán formando el árbol de nuestra existencia pasada, presente y futura. Es el ADN de nuestro desarrollo espiritual, a través de los reinos de la materia, la emoción, la mente y el espíritu.
Realmente, lo que descubrimos cuando analizamos las crisis vitales en el contexto de la Astrología Humanista es que todos los episodios críticos son una suerte de «bendición disfrazada». Lo que se revela es que hay una parte de nuestro ser (llámese Sí-mismo, alma, yo superior o de cualquier otra manera) que necesita sanar heridas, crecer, expandirse, que busca en definitiva la felicidad, pero que es constantemente reprimida por nuestros hábitos adquiridos, por el miedo o la pasividad, creando así el conflicto que desemboca en una crisis.
Podemos distinguir, de un modo muy resumido, dos tipos de crisis vitales:
- Aquellas que se desarrollan a una edad similar para una gran mayoría de personas, que astrológicamente podemos asimilar a los ciclos denominados «Revoluciones planetarias».
- Las crisis que son privativas de cada persona, que se pueden dar a cualquier edad y que usualmente vienen provocadas por acontecimientos vitales importantes tales como cambios, pérdidas o fracasos, aunque a veces parecen no obedecer a ninguna causa evidente.
Aristóteles llamó entelequia al proceso mediante el cual, el estado potencial de algo se convierte, de manera activa, en una realización perfecta y completa de sí mismo. El desarrollo y el resultado de la entelequia implican un propósito activo, en contraposición a todo aquello que se desarrolla de un modo inconsciente o que se alcanza a través de la pasividad.
En este sentido, cada uno de nosotros podemos experimentar la entelequia, la expansión de la conciencia, a través de un proceso que busca activamente el significado y lo desarrolla a través de actos terapéuticos y de experiencias significativas compartidas o experimentadas en solitario.
La Astrología nos ayuda en este proceso:
- Diagnosticando la causa profunda de la crisis, causa que no suele ser evidente y que en ocasiones es un completo enigma.
- Pronosticando los tiempos de la crisis: el momento en que puede surgir, su punto álgido y su etapa de resolución.
- Sugiriendo actividades que pueden ayudar a superar cada etapa, de manera que se aproveche al máximo la energía expansiva que está a nuestra disposición.
- Aportando serenidad, confianza y ánimo en los momentos más difíciles.
- Enmarcando la crisis dentro del contexto general de nuestra vida. Señalando su oportunidad y la necesidad de obtener el mayor provecho de ella.
La Astrología, en fin, nos ayuda a otorgar sentido a lo que nos sucede, ya que nos ayuda a entender qué parte de nuestra alma está intentando crecer y cómo desea manifestarse. Al tiempo, incrementa la fe en nuestra capacidad para superar el problema, convirtiéndolo en una valiosa experiencia que ensancha nuestro presente y futuro.