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Correspondencia y Símbolo en Astrología

Podemos definir el concepto de Correspondencia en astrología del siguiente modo:

Correspondencia es la relación que existe entre los diversos elementos o símbolos astrales y los fenómenos terrestres. Así, la astrología se podría definir como el estudio de las correspondencias astrales.

Muchos astrólogos prefieren sustituir este término por el de «influencia». Aceptan por tanto que los astros, con algún tipo de fuerza desconocida, actúan sobre nosotros. De hecho, en la práctica habitual de la astrología se suele emplear este último término de una forma coloquial, aunque hay que dejar bien claro que desde un punto de vista riguroso:

  • La Correspondencia implica que cuando ocurre el hecho A siempre ocurre el hecho B, sin entrar a valorar la causa de esta coincidencia.
  • La Influencia implica que el hecho A es la causa de que suceda el hecho B.

En Mesopotamia (actual Irak), donde nació la escritura y la sociedad urbana, surgió hace milenios una clase social muy importante para nosotros: los sacerdotes-astrólogos. Liberados de la necesidad de trabajar la tierra, y poseedores de un alto nivel cultural, los primeros astrólogos ordenaron erigir pirámides para establecer en su vértice sus observatorios astronómicos. Estos astrólogos carecían de telescopios, por lo que su visión del cielo correspondía a aquellos planetas que pueden apreciarse a simple vista. Pero a través de sus observaciones y anotaciones se pudieron establecer las primeras tablas de movimientos planetarios.

Venus, el brillante lucero, era uno de los planetas que más llamaba la atención de los pueblos mesopotámicos. No es extraño por tanto que las primeras tablas que conocemos correspondan a movimientos de Venus. En realidad, para ellos, este hermoso planeta no era otra que Ishtar, la diosa de la belleza y una de sus principales divinidades.

La asociación entre planetas y dioses es muy antigua, y da origen a todos los mitos que están en la base del conocimiento astrológico. Las propias constelaciones han sido creadas a partir de mitos, ya que en realidad no hay ninguna base lógica para agrupar a las estrellas de un modo determinado y darles uno u otro nombre. Es la fuerza del mito, que está grabado en nuestro inconsciente, quien proyecta estas historias en el cielo.

Muy unido al concepto de mito está el de Símbolo, que es uno de los pilares sobre los que se asienta la astrología moderna. Es difícil definir el símbolo, porque se trata de una idea intuitiva, profundamente arraigada en nuestro interior y con una enorme carga emocional. El símbolo ha de ser experimentado para ser comprendido, porque pertenece al reino de los sentimientos, no al territorio intelectual de las explicaciones. Está repleto de significados y es por tanto paradójico, siendo capaz de llevar a la mente a profundos estados de comprensión que están más allá de las palabras.

Podemos decir, por ejemplo, que Venus, en Astrología, es uno de los símbolos de lo femenino. Pero ¿qué es lo femenino como símbolo? Es una determinada sensibilidad, una actitud receptiva, la posibilidad de crear y nutrir a una nueva vida, una forma de existencia más cercana a los ciclos del cuerpo, etc. Lo «femenino» puede además evocar todo tipo de sentimientos en cualquiera de nosotros que dependen de nuestro sexo y de las experiencias que hayamos tenido a lo largo de nuestra vida, mientras lo «femenino» se presenta ante nosotros en sus múltiples facetas. Esta es la fuerza y la profundidad del símbolo.

Así que lo que nuestros antepasados identificaban como dioses y mitos son para nosotros, los astrólogos del presente, símbolos. Estos símbolos son la mejor herramienta para entender la astrología y para entendernos a nosotros mismos de un modo riguroso, pero a la vez creativo y mágico.