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Fuentes míticas de la mitología personal

Mitos colectivos

Los mitos colectivos, comunes a toda la humanidad, se enmarcan dentro de lo que el psiquiatra suizo, Carl G. Jung denominó inconsciente colectivo. La idea fundamental aquí es que existe un lenguaje común a los seres humanos de todos los tiempos y todos los lugares del mundo, formado por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón.

Jung señaló que el inconsciente colectivo está vinculado con la parte instintiva de la persona. Estos elementos instintivos surgen de necesidades fisiológicas, pero al mismo tiempo también se manifiestan en fantasías y con frecuencia revelan su presencia sólo por medio de imágenes simbólicas. Para Jung, el contenido de los sueños es siempre simbólico, y es precisamente a través de los sueños y de la fantasía como podemos acceder a este conjunto de mitos e historias colectivas.

Los mitos colectivos están basados en ciertos remanentes arcaicos, también conocidos como arquetipos o imágenes primordiales. Para Jung, los arquetipos son, en realidad, una tendencia a formar representaciones sobre un modelo básico que puede variar constantemente y que produce asombro y desconcierto cuando aparece en la consciencia. No son determinados, pues si lo fueran, serían conscientes. Esta tendencia a formar y representar arquetipos es innata y hereditaria, y está repartida entre todos los humanos.

Los grandes mitos colectivos están recogidos en los libros sagrados de todas las religiones, así como en las recopilaciones mitológicas de la antigüedad. Los cuentos infantiles tradicionales son también un buen punto de partida a la hora de estudiar estos mitos.

Mitos sociales

La mayor parte de las personas que forman parte de una sociedad determinada no son conscientes de los mitos en los que viven, de las creencias o conceptos que conforman y limitan su horizonte intelectual. El consenso social convierte el mito colectivo en lo que se entiende como lo normal, lo aceptable, la forma en que las cosas son, la ley natural.

En cualquier sociedad, la mayor parte de los individuos son literalistas, ya que consideran que sus mitos son la verdad, mientras que los de otras sociedades no pasan de ser meras supersticiones. De este modo, el que las vacas sean animales sagrados, o el que la ciencia vaya a solucionar todos nuestros problemas, puede ser un mito o una verdad incontestable dependiendo de a qué lugar del mundo pertenezca cada uno.

Se da la paradoja de que si bien para cualquier extranjero, el mito de una sociedad es algo evidente, para el lugareño que vive inmerso dentro de un horizonte mítico determinado, éste puede llegar a ser invisible, del mismo modo que un pez es el ser menos indicado para conocer la existencia del mar.

Los mitos sociales son muy importantes, ya que proveen de identidad y seguridad. Nos dicen quiénes somos en el contexto del mundo y cuáles son las normas de conducta que nos harán triunfar en nuestro entorno. Estos mitos son el mapa autorizado de la realidad, refrendado por la sociedad que nos rodea.

Al mismo tiempo, estos mitos nos pueden convertir en seres rígidos y cerrados, ya que son intrínsecamente conservadores. Nos obligan a repetir rituales, a seguir una senda ya marcada. Son historias que indican lo bueno y lo malo de acuerdo a categorías que pertenecen a un tiempo pasado y son bastante propensos a excomulgar a los rebeldes.

Mitos familiares

Cada familia tiene un conjunto de historias, rituales y creencias que la diferencian de las demás familias. Los mitos familiares descienden de los colectivos y los sociales, pero al mismo tiempo, los modifican o los filtran de un modo particular.

Dentro de cada familia hay un espacio para el buen hijo, para el padre ejemplar, pero también, y aunque se les condene, para el rebelde, o para el reformador, para el cordero sacrificial o para la oveja negra.

Los mitos familiares se construyen y se escenifican en un ámbito privado, muy próximo a nosotros. Esa es la razón de que sean tan difíciles de ver, y al mismo tiempo tan poderosos. Su capacidad para hacernos sufrir o gozar es muy elevada, y, sin embargo, nuestra capacidad de comprenderlos suele ser bastante escasa.

Resulta más fácil tomar distancia con los mitos colectivos o sociales que con los familiares y personales, ya que estos nos resultan demasiado próximos.

Mitos individuales

Los mitos individuales se construyen a partir de los niveles míticos reseñados anteriormente, y al mismo tiempo, representan una modificación de los mismos. Es decir, estos mitos se heredan y a la vez se van conformando a lo largo de la vida de la persona a partir de sus experiencias individuales. Algunas de estas experiencias reforzarán los mitos heredados, mientras que otras harán tambalear los cimientos del conjunto de historias recibidos. De este modo, cada uno de nosotros es, al mismo tiempo, un continuador de los mitos del pasado y un creador de nuevas tramas mitológicas.

Una de las características más importantes de estos mitos individuales es que no sólo tendemos a vivir nuestra existencia dentro de los márgenes de estas historias, sino que además atraemos personajes y creamos situaciones que tienden a validar nuestros mitos básicos. Se produce así una suerte de «atención selectiva», que nos impulsa a ver la realidad desde una perspectiva determinada, cegándonos a otras posibilidades que también están ante nuestros ojos.

Algunas pocas personas son capaces de moverse un poco más allá de este horizonte mitológico heredado, adentrándose así en aguas desconocidas. Para ello se requiere conciencia y valor, y no sólo rebeldía (ya que el papel del rebelde muy bien puede estar configurado y penado en nuestra trama mítica de origen). Se impone por tanto una revisión crítica, y al tiempo creativa, de todos estos mitos.