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Primera Noble Verdad del Budismo

El sufrimiento

«Esta, monjes, es la Noble Verdad de dukkha: el nacimiento es dukkha, la vejez es dukkha; la tristeza, el lamento, el dolor, la pena y el desespero son dukkha; la asociación con lo que no se ama es dukkha; la separación de lo que se ama es dukkha; no conseguir lo que se quiere es dukkha. En breve, los cinco agregados del apego son dukkha.» – Buda

La Primera Noble Verdad nos dice que estar vivo implica tener la experiencia del duhkha, término que comúnmente se traduce como «sufrimiento». Los tres aspectos a través de los cuales se desarrolla esta verdad se resumen en: «Existe el sufrimiento. La existencia del sufrimiento debe ser comprendida. La existencia del sufrimiento ha sido comprendida.»

Aunque solemos ver el sufrimiento como algo propio: «mi sufrimiento», la Primera Noble Verdad nos lo muestra como un hecho objetivo, que existe independientemente de nosotros. Es decir, que el sufrimiento existe como algo no personal, como el reflejo de algo que no es nuestro, que no forma parte de nuestra naturaleza esencial. Cuando sufrimos, no somos el sufrimiento, sino que éste está en nosotros, del mismo modo que no somos el aire que respiramos, aunque este se incorpore y posteriormente se elimine.

Así, la afirmación de que «existe el sufrimiento», constituye la primera comprensión de esta Noble Verdad. Además, el sufrimiento es un nexo común entre los humanos, pues todos sin excepción lo experimentamos en un momento u otro. De hecho, sólo podemos nacer a la compasión (karuna) en la medida en que somos conscientes del sufrimiento ajeno. Si vemos a los otros como seres susceptibles de sufrir en la misma medida que nosotros, evitamos causar daño.

La palabra que empleó Buda para definir el sufrimiento es dukkha, que significa literalmente: «incapaz de satisfacer». Es decir, que el sufrimiento surge de la imposibilidad de ver satisfechas nuestras necesidades. Incluso el placer es insatisfactorio, pues su naturaleza es temporal y finita.

«Las cosas son como son, así que podemos reconocerlas y apreciarlas en sus formas cambiantes sin aferrarnos. Aferrarnos es querer atrapar algo que queremos; querer deshacernos de lo que no queremos; o querer obtener algo que no tenemos.» – Ajahn Sumedho

La segunda comprensión nos dice que «el sufrimiento debería ser entendido». No se trata por tanto de evitarlo o de huir, ya que el sufrimiento existe y lo vamos a encontrar en nuestra vida. No se trata de reaccionar ante él de un modo apresurado, sino de comprender las causas que lo generan.

El mundo sensorial nos expone de manera continua al placer y al dolor, al dualismo del Samsara. Pero nuestra tendencia natural es evitar el dolor, no sólo a nivel personal, sino colectivo. El objeto de esta Primera Noble Verdad no es llevar a las personas al pesimismo, sino hacer una observación realista sobre la condición humana, que evite la negación o la ignorancia.

Una parte importante del sufrimiento proviene de la interacción con otras personas o con el entorno. Pero es fundamental comprender que, aunque los demás, o las circunstancias, pueden ser una fuente de molestia, el sufrimiento proviene de nuestra reacción ante la vida. Los mismos hechos que causan dolor a unas personas son irrelevantes para otras.

De este modo, cuando empezamos a no identificarnos con el dolor, comenzamos a desarrollar la tercera comprensión de esta verdad, que el sufrimiento ha sido eliminado.