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Abrazar a los árboles

Si bien todos conocemos los beneficios que el contacto físico con otros seres humanos y con los animales de compañía tienen sobre nuestra salud emocional, pocas personas experimentan el contacto consciente con el reino vegetal, y en especial con los árboles.

Los árboles son seres vivos extraordinarios. Como el resto de la cubierta vegetal del planeta, contribuyen de un modo decisivo a la vida en nuestro mundo, ya que no sólo convierten el dióxido de carbono en el oxígeno que necesitamos para respirar, sino que tienen otras funciones, como evitar la erosión del terreno o contribuir a la fertilidad de los terrenos a partir de la caída de sus hojas. Los árboles son el refugio de muchas especies animales, con las que mantienen una relación de mutuo beneficio.

El ser humano ha tenido una estrecha relación con los árboles desde los tiempos en que nuestros remotos antepasados vivían en ellos, usándolos como refugio y fuente de alimento. En algunas culturas ancestrales, como la celta, los árboles eran objeto de veneración, y desde siempre, han sido apreciados por su madera.

Pero más allá de estas virtudes materiales, y desde una perspectiva más sutil, el árbol es un ser consciente, que puede compartir algo de su sabiduría con nosotros. En nuestro planeta hay árboles que, con más de cuatro mil años de antigüedad, y no es difícil encontrar a nuestro alrededor ejemplares que superan los cien años.

Por otro lado, los árboles tienen una cualidad energética que ayuda a calmar los estados de ansiedad y elevar el ánimo. La naturaleza es sanadora en esencia, y los árboles son los auténticos reyes del universo vegetal. Personalmente recomiendo el contacto con los árboles en casos de depresión, desequilibrio emocional o estrés.

Con un poco de sensibilidad, podemos llegar a sentir la energía sanadora de los árboles con sólo pasear entre ellos, preferiblemente en bosques poco transitados. Para aquellas personas que no puedan acudir al bosque, los parques urbanos son también una buena opción.

La sensación de estabilidad, de paz, que nos transmite el contacto con los árboles es algo que está al alcance de todos nosotros.

Cómo conectar con la energía arbórea

Los árboles son seres vivos y conscientes, así que debes aproximarte a ellos de un modo considerado, como harías con un buen amigo. La mejor manera de acercarse a los árboles no es, por tanto, pensar en qué vas a obtener de la experiencia, ni en ir con ideas preconcebidas, sino en estar abiertos a la experiencia, sabiendo que ésta será siempre positiva.

Si puedes caminar por un bosque o por un parque público donde haya muchos ejemplares, simplemente paséate entre ellos y busca uno que te llame la atención. Acércate a él con calma y salúdale en tu interior.

Escucha tu corazón. Aproxímate. Acaricia sus hojas si están a tu alcance, y toca su tronco con las palmas de tus manos. Actúa sin prisas y atendiendo en todo momento a tus sensaciones corporales y emocionales. Si éstas no son positivas o al menos neutras, aléjate con tranquilidad y busca otro árbol.

Formas de contacto

La más habitual es el abrazo de pie. Simplemente sitúate frente al árbol y estréchalo entre tus brazos, dejando que el pecho y el abdomen estén en contacto con el tronco. Puedes apoyar tu frente contra él o bien girar la cabeza y tocar con una mejilla.

En el abrazo sentado, nos aposentamos en el suelo y estrechamos los brazos y las piernas en torno al tronco. Este abrazo permite un contacto más estrecho con el árbol ya que intentaremos que éste se produzca desde los genitales hasta la frente o la mejilla. Este abrazo permite visualizar todos los chakras desde la raíz hasta la parte superior del cráneo.

En el contacto con las manos, colocamos las palmas sobre el tronco y eventualmente tocamos con nuestra frente o mejilla sin abrazar el tronco. Esta conexión puede ser apropiada en lugares públicos donde abrazar a los árboles puede atraer miradas no deseadas.

Apoyar la espalda contra el tronco es algo que podemos hacer tanto de pie como sentados. Permite una conexión muy amplia con el árbol, aunque carece de la intimidad emocional del abrazo completo.

Sea cual sea la forma de contactar con el árbol, deja que tu mente se libere de pensamientos y simplemente intenta seguir el ritmo de tu respiración. En ese espacio de paz, es posible que te lleguen mensajes o quizás sólo sientas una paz muy profunda.

En cualquier caso, cuando desees alejarte del árbol, siente agradecimiento hacia él en tu corazón. Piensa que el árbol es un amigo que siempre estará allí, esperando tu regreso.