Una de las principales aportaciones del enfoque transgeneracional consiste en la constatación de que existe un inconsciente familiar, que viene a sumarse a las partes personal, social y colectiva del ser humano. Este inconsciente familiar se nutre del social, y al tiempo, penetra en la parte individual, arrastrando hacia nosotros los temas imperantes en nuestra cultura, y al mismo tiempo filtrándolos de una manera que es particular a cada familia.
De este modo, al mismo tiempo que todos, como seres humanos, estamos imbuidos del inconsciente colectivo, es decir, de las historias, mitos y arquetipos que son comunes a toda la humanidad, nos vemos influidos por el hecho de haber nacido en una cultura y en un tiempo determinados. La Europa de finales del siglo XX no es la misma que la de principios de ese siglo, ni la cultura judeo-cristiana es igual que japonesa, por citar algunos ejemplos.
Al mismo tiempo, y como ya hemos dicho, la familia actúa de filtro social. De este modo, habiendo nacido en el sur de Europa, no es lo mismo nacer en una familia profundamente católica y muy conservadora, que en otra laica y liberal.
La realidad es que el niño, desde que está en el vientre materno, empieza a recibir los fantasmas y los ángeles de su familia. Los abuelos, los padres, los tíos, incluso los hermanos mayores proyectan sobre él sus deseos, sus anhelos, las historias no resueltas. La propia elección del nombre que se dará al nuevo ser ya indica mucho acerca de la carga o del regalo que se le otorga desde su nacimiento.
Toda la teoría transgeneracional se apoya en la idea de que existe una transmisión de la historia familiar que tiene un impacto decisivo sobre cada persona. Esa transmisión y sus consecuencias, se pueden comprobar de un modo empírico, aunque su naturaleza sea hoy por hoy, un misterio y un desafío para todos nosotros.
Algunas teorías circunscriben esta transmisión dentro del campo de la expresión de las historias familiares, tanto en el plano verbal como en el no-verbal. Así, serían tan elocuentes las historias que se cuentan como las que no se cuentan, e incluso los gestos o las expresiones corporales que se asocian al recuerdo o la evocación de unos u otros familiares.
Para otros investigadores, la transmisión se explica en el marco de la teoría de los campos morfogenéticos. Así, el individuo se forma en el seno de un sistema con unas energías y unas disposiciones particulares, que influyen de modo decisivo en su ser.
En resumen, sea cual sea la naturaleza real de esta transmisión genealógica, no cabe duda de su realidad y su importancia, hechos que se comprueban de forma cotidiana en nuestros talleres y sesiones terapéuticas.